lunes, 13 de octubre de 2014

Era un avión verde jovencito y un poco arrogante, tanto, que en cada luna llena apenas podía contenerse y cambiar poco a poco su trayecto hasta tocar con la punta de las alas la carita de la luna. Cuando aterrizaba un poco tarde, se ponia amarillo por sintesis aditiva en lugar de por vergüenza.

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