jueves, 24 de noviembre de 2016

Está claro: es un erizo. Bueno, es otro erizo. Por momentos se olvida que Él es lo que hay debajo de su cubierta y no lo que la rodea. Por eso no puedo leer su aura. No tiene. No hay aura que pueda adaptarse a tanta púa y pincho defensivo moviéndose continuamente. Por eso cuando le veo no me extraño. Misterio resuelto.

Lo que no sé, es si le gustará el café (y la tortilla) tanto como a mi.

martes, 8 de noviembre de 2016

Te chocas en la calle con un desconocido y al tratar de esquivarle os movéis hacia el mismo lado bailando a ritmo de "¡Uy, perdón!". 
Sonrisa inevitable.